Centésimo Vigésima Entrada
Hoy tengo esa sensación otra vez, se me enquistó una espina dentro, en ese órgano que tenemos en el pecho, esa espina es ponzoñosa, es dolorosa y efímera la felicidad que trae, es una droga de las duras, es mala es oscura, pero de ella siempre quieres un poco más, con cada latido se te apetece una raya para ponerte un poco más a punto sin darte cuenta de que caes en el hoyo, de que caes en el abismo, de que vives para esa droga, miles de escritores y poetas describes como buena esta sensación que sentimos en el corazón esa sensación de que se acelere el pulso, incluso escriben palabras bonitas sobre el anhelo de la persona a la que en sueños se ama secretamente, alaban esos amores secretos esas miradas discretas y poco hablan del sufrimiento de cuando se ama y nunca se es amado, pobre ilusos, pobres desalmados que os incitan a caer en este peligroso mundo del amor, a experimentar ese "sano" subidón, a meteros un gramo gratis en forma de verso o de beso, para que al final tengáis que pagar con sangre, estrés y ansiedad la necesidad estúpida de sentirte amado por otra persona que no seas tú. Pocos poetas os hablaran de como de fuerte y potente es esta otra droga, muchos la llaman orgullo, pero es que todos la quieren para ellos, ningún poeta os dirá amaos porque prefieren veros desdichados mientras ellos acaparan todo vuestro amor, pues hoy rompo con eso y os prometo que si te amas a ti mismo, muchos más te amarán, pásate a la droga del amor propio, experimentar esta sensación que os traerá calma a vuestro corazón.
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