Centésimo Cuadragésimo Octava Entrada

El despertador suena y en esta época el verano no te deja dormir, empapado en sudor ni el aire del ventilador sofoco la asfixia de la noche, te acostaste acelerado pensando en el ayer y en el hoy, poco del mañana. Mientras cae el agua de la ducha piensas en la fragilidad de las cosas y evitas tu mirada al salir en el espejo, pues lo que sueles ver te desagrada, muchas veces pregunto como pueden mirarme los demás si yo mismo no puedo mirarme a la cara.

Te pones la camisa, que has intentado mantener planchada pero le notas alguna arruga, aquello no te preocupa, lo hace más bien la poca holgura de la cintura, últimamente vuelves a comer solo porquerías te dices, has intentado mil veces corregir los errores de siempre y mil veces vuelves a cometerlos, mientras te atas la corbata piensas en el símil que tiene con una soga, no deja de ser una correa, es por eso que empiezas a pensar que son más bonitas las pajaritas.

El autobús te vuelve a dejar tirado a pocos pasos del destino y tienes que esperar al siguiente, nunca llegas tarde pero siempre te gustaría poder llegar un poco antes, en ese momento es de los pocos en los que no piensas nada más en la música que de un cascado móvil se desprende.

Entras a la oficina, a currar que toca e imploras porque el día se de bien, te sueltas un par de frases motivantes para decirte que lo que haces es bueno, aunque no sabes exactamente para quien, hay días y días, algunos sales eufórico el día fue perfecto, estuviste a tope y en otros el estrés te agobia a un nivel insostenible.

Siempre te prometes que no te vas a llevar problemas personales al trabajo ni a la inversa pero allí están taladrando tu cabeza sin dejarte un momento de tranquilidad. Prefieres las tardes de no parar a las de quedarte pasando capítulos de netflix.

En las tardes os podría contar muchas cosas pero realmente nunca pasa nada, lo sientes todo tan vacío, tan insulso como cuando comes algo que está insípido, sientes que todo lo que pasa esta lejos de ser real, todo es banal, se suceden llamadas y se cambian preocupaciones, vanas ellas también, gestos de cariño mal recibidos por un alma atormentada que ya no encuentra refugio, busca algo verdadero, cercano, sincero y honesto, algo poder sentir y palpar y no despertar por las mañanas en el un catre vacío y frío, tampoco soy de esas personas que amanecerían cada día con una persona pues ya hay una que me tiene el alma conquistada pero desde un tiempo llevamos en situación de quiero y no puedo y acabamos los dos como el perro del hortelano.

Y se hace todo tan pesado...

Llega la noche y es el peor momento del día, mi cuerpo y mi mente exhaustos quieren rendirse a las manos del manto de morfeo más esa presión antes de dormir, pero en su lugar forbetor me recoge para llevarme a las tierras del terror de las pesadillas esas que me agobian durante la noche y se repite durante el día, y hace que en el día me duela un poco la vida.

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