Centésimo Quincuagésimo Segunda Entrada

Antes de comenzar a narrar y/o recitar debo pedirles que no entren descalzos en este blog se ha roto una pieza frágil y los trozos en el suelo son de lo más afilados y contienen sin duda alguna el más poderoso y ponzoñosos de los venenos jamás conocidos: el amor.

Era un joven esclavo del amor, pensaba que era bueno, eso le enseñaron, le dijeron y mintieron inculcándole que el amor era algo por lo que merecía luchar, y decidió pues convertirse en guerrero y explorador y saldría en busca del amor, jamás, jamás cometáis ese error, descubrió entonces que daba igual cual bueno fueras rastreando el amor es esquivo y sino quiere ser encontrado no dará la cara, es así de descarado, en el momento en el que iba a dejar la búsqueda por perdida lo conoció, fue como se diría un flechazo, en Sevilla, sería enero, le presentan a una conocida y dios le bendiga si aquello no era amor que viniera cualquiera a decirle que era mentira.

Sin embargo la fortuna es conocida por ser cruel y llevar a la desdicha, el guerrero se enfrentó al muro de ver como el amor de ella no era correspondido y a otro amaba, aquello le dolió, pero fuerte y bravo era nuestro guerrero, mejoró sus habilidades en la lucha, desde la lanza hasta el escudo, no dejaba hueco descubierto, el amor le había enseñado ya que podía ser traicionero, pasó entonces un tiempo siendo presa del capricho, más si ella se lo pedía dejaba el mundo para luchar por el amor, se metió en luchas que no eran suya, quedó exhausto, pero al final muy al final después de muchas heridas el amor le correspondió, el pensó que aquella era una bendición después de tanto tiempo de lucha.

Pero recordemos lo que hemos dicho al comienzo de este cuento en clave rimada, y es que el amor, la fortuna, y el destino son malos enemigos, venenosos, picarescos, traicioneros, crueles aliados entre ellos y temibles enemigos, la fortuna se encargó de que apenas el amor le correspondió mandarlo lejos y el destino quiso que tiempo ni espacio tuvieran los amantes para ello, empezaron pues una carrera de fondo que jamás tendría fin pues los hados habían decidido que por mucho que lo intentaran los amantes jamás se acercaran.

Llegó un momento hace un tiempo en el que las heridas de la guerra del amor eran tales que el amor les venció cargaron, en un arrebato contra el amor, fue en vano y cegado por el amor la cordura perdió, habían pasado muchas cosas, había sufrido mucho, ya no sólo era el amor, su salud le había causado mella, los puñales de la falsa amistad le hacían sangrar en la batalla, una arrastrada fragilidad mental le pasaba factura ahora donde la cordura se tornaba en locura.

Después de aquello sólo pidió descanso, necesitaba un poco de respiro el guerrero pues al borde del abismo se encontraba, decidió alejarse del amor, pero de nuevo la fortuna y el destino, pusieron precio a su cabeza, lo querían vivo y loco, muerto pero sólo un poco, con el corazón resquebrajado hizo el esfuerzo por mantener lo que quedaba de aquel amor guardado en forma de recuerdo, olvidando lo malo, quedándose sólo lo bueno.

Intentó preservarlo pero los enemigos le dieron presa, se veía atrapado, intentó negociar con ellos, más el pobre tarado se equivocó pues los hados le hablaban a través de ella, ella ahora estaba decidida a luchar, entendía él que lo quería salvar, pero en aquella guerra librada no se había perdido sólo una batalla y el no sólo no tenía fuerzas, los hados se habían encargado de cobrarse su presa y ya no quedaba tampoco voluntad.

Esperanza aún resta, la conserva junto a los recuerdos de lo que fue previo al amor, una amistad que pudiera ser duradera y pudiera prosperar él lo sabía de alguna manera, no debían dar pasos en falsos, no debían caer en las tentaciones del amor...el amor es traicionero y sólo trae dolor.

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