Cuaderno dos: Quinta entrada

Como todos me encuentro encerrado, pero en mi encierro me he dado cuenta de que siempre he convivido con el enemigo, me acompaña desde que me levanto y me persigue hasta que cierro los ojos, y es en el momento en el que los cierro cuando me doy cuenta, el enemigo soy yo.

La preguntas dan vueltas y retumban en la cabeza ¿Qué quieres ser? ¿Qué has conseguido? ¿Qué has creado? ¿Qué? y me doy cuenta de qué ese yo se ha equivocado de son, pues no se ha dado cuenta de que quizás la pregunta no es la correcta, la pregunta debería ser cuando ¿Cuando enfundaste la hoja de tu lengua? ¿Cuando dejo en blanco el papel sin que lo rasgará tu pluma? ¿Cuando empezaste a dejar de creer? Se que no es una cuestión de querer, es una cuestión de esforzarse, es una cuestión de ponerse, querer no es poder, querer es solo la mecha.

Querer es entrenar de nuevo la voz, que el teclado sienta el calor, querer escribir sin pretender, pues no tienes que llegar a ningun lado, sólo tienes que sentir, que creer que eres y entonces ser.

Anoche me acosté conmigo mismo siendo mi enemigo y esta mañana me di cuenta de que esta noche me abandonó. Me levanté en paz conmigo mismo, el enemigo se había marchado y ahora solo quedo yo.

Quizás no fue el mejor de los días, quizás este agotado, pero en medio de esta guerra me he dado cuenta de que no debo ser lo que otros quieren que sea, no tengo que conseguir cosas grandes, no tengo porque frustrarme, porque odiarme.

Para ser yo, solo tengo que ser yo

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